El país del istmo, ese que une América del Norte y Central con América del Sur es el corredor ecológico más interesante del Mundo. A sus diversos espacios naturales, islas y paradisíacas playas en el Caribe y Pacífico hay que sumar el canal.
El canal de Panamá es por supuesto uno de los protagonistas de un viaje. Una obra de ingeniería única recientemente ampliada con majestuosas compuertas. El canal no sólo es comercio es también circulación dinero (empresas, comercios y bancos aprovechando beneficios del paraíso fiscal) pero sobre todo de personas y culturas y eso se traduce en una ciudad de Panamá cosmopolita con sus rascacielos rodeados de selva e infinidad de representación de cocinas de prácticamente todo el mundo.
Los españoles ya hicieron un canal seco o Camino de Cruces para llevar mercancías procedentes del antiguo imperio Inca a Portobelo, una de las rincones coloniales más bellos y desconocidos de Iberoamérica.
Desde su independencia de Colombia al un país literalmente dividido por la zona del Canal ( Balboa ) administrada por los norteamericanos hizo de este país un estado casi de ficción donde realmente vivían comunidades indigenas y de colonos con una autonomía muy grande. Fue durante mucho tiempo, salvo periodos gobernados por las oligarquías nacionalistas panameñas, la reencarnación del concepto de república bananera que ejemplificó el recién fallecido coronel Noriega.
La devolución del Canal a soberanía panameña normalizó las cosas y nos dejó un país con una riqueza multicultural única con unos espacios naturales prácticamente sin ser observados ni por el turismo. En el mestizo Panamá conviven la población blanca de estirpe peninsular que se asienta en la Península de Azuero cuna de las tradiciones y el folclore así como el famoso carnaval y la Semana Santa. En el Caribe vive la comunidad afroantillana que en Bocas del Toro habla incluso su idioma propio
próximo al inglés. La costa caribe también viven las comunidades precolombinas de gunas y ngäbe buglé (guaimíes) que conservan sus ancestrales tradiciones y sus comarcas autónomas. Pero hay más comunidades que se distribuyen en las selvas del país como es el caso de los emberás (chocóes), bri brí, nasos y/o teribes (que es una pseudomonarquía o cacicazgo precolonial). En la impenetrable selva del Darién viven también pequeñas colonias de negros cimarrones o negros libertos que escaparon de las Antillas de la esclavitud y se refugiaron en palenques que construyeron en estas selvas y en el vecino archipiélago de las Perlas. En la Ciudad de Panamá y Colón en el Caribe hay minorías chinas, árabes (sirios, libaneses,…) y hebreas, este último colectivo con un importante poder en el país.
Buena parte del país son espacios naturales: selvas, viejos volcanes, islas y archipiélagos, playas vírgenes… en definitiva lugares poco impactados por los humanos y que tienen un incipiente aprovechamiento turístico para nada comparable con su vecino Costa Rica, donde la marca verde está sobrevalorada y sobreexplotada.
En definitiva Panamá supone una sorpresa al viajero: el exotismo y la buena acogida, por ahora, están asegurados.