Malta y mi pasión por el Corto Maltés
Desde pequeño siempre me han fascinado los personajes de cómic y mi preferido era el Corto Maltés. Un tío apuesto, libre con un halo de misterio y , por supuesto, viajero. Como personaje de ficción visitaba geografías muy diversas, mundo exóticos e historias pasadas donde discurrían sus aventuras. Su procedencia muy curiosa y peculiar le hacían un hombre que sus normas y su familia venían dadas por propio viaje y el devenir de la vida.
No me considero apuesto pero sí una persona que ama la vida, siendo la muerte (en todos sus afecciones) mi acérrima enemiga. Por eso mi aptitud ante la vida siempre intenta ser de Carpe Diem. Pero bueno no me voy por los “Cerros de Úbeda” de donde procedo si no a la supuesta “patria” del Corto. Malta quizá nunca fue dibujada en los cómics del Corto pero siempre fue un lugar que soñé visitar. Con mi abuelo y a los 9 años difícilmente la podía situar en el mapa. Tampoco remotos lugares como el principado extinto de Sikkim donde vivía el soberano más feliz del Planeta, el reino de la Tonga donde gobernaba de modo absoluto el rey más gordo de la Tierra o Suazilandia una vieja monarquía tribal… El atlas fue desde entonces mi gran libro del tesoro, un lugar donde poder soñar e ilusionar desde aquella ciudad renacentista rodeada de olivares que me vio nacer.
Más adelante descubrí que Malta era una república compuesta por dos islas principales: Malta y Gozo y una menor: Comino.
Después en uno de mis primeros viajes, en solitario y tras mi primer gran desengaño amoroso, me dirigí a ese lugar soñado. Descubrí ante mis ojos que además de esas tres islas habían islotes y una desconocida isla deshabitada que ahora debe ser uno de los faros que deben ver los refugiados en su ansiado periplo a el “mundo feliz” europeo: Filfla.
Malta se sitúa en medio de la Mitad de la Tierra, Mediterráneo o “Mare Nostrum” y es que parece realmente ser el centro de la Civilización, nuestra “querida civilización” occidental europea. En un territorio insular fragmentado en extensión menor que el Principado de Andorra se han ido sedimentando la mayoría de civilizaciones europeas pero también del norte de África. Malta es un lugar estratégico muy cercano a Tunicia y a Sicilia y de aquí que reciba influencias de ambas partes, de ambos continentes.
Lo primero que me sorprendió es que Malta más que la propia geografía fue la densa historia y eso es lo que rezuma el gran puerto donde se halla la capital: La Valeta y tres bellas ciudades que ocupan gracilmente tres penínsulas que defendieron y vigilaron la estratégica ubicación del minúsculo archipiélago. Si Vittoriosa o Birgu (una de las tres ciudades) es elegante y glamurosa, La Valeta (una de las capitales más pequeñas del Mundo) es como un San Francisco medieval con sus calles empinadas donde no hay ni un edificio moderno. Todo es como un escenario cinematográfico y aquí se situaron los diferentes maestres y caballeros de diversos reinos que defendían la fe cr
istiana ante el avance de la media luna turca. No en balde la sede de la siniestra Castellanía es donde está un actual ministerio. Por otra parte el Albergue de Castilla, León y Portugal es uno de los más destacados monumentos y sede del primer ministro maltés . Por cierto que una de las primeras mujeres (no reina) que fue primera ministra en Europa fue la maltesa Agatha Barbara.
La Valeta tiene su aire religioso pero también militar como demuestran sus bastiones, castillos, baterías y balcones como desde cada día al medio día se disparan salvas de honor.
Si ya los caballeros de órdenes religiosas y militares europeas persiguieron el dominio de Malta, los ingleses consiguieron el dominio del diminuto archipiélago hasta la independencia. Por ello la Valeta tiene también un aire inglés como demuestran las terrazas de la plaza de la República donde está el famoso café Cordina y, por supuesto, presidida por la reina Victoria de Inglaterra.
Pero la microscópica república de Malta es más que La Valeta y el Gran Puerto. Para no extenderme y si tuviera que elegir 10 lugares más a visitar o actividades a realizar recomendaría:
En La Valeta dejarse llevar por la sensualidad del Museo de Bellas Artes o la espectacularidad artística, única de la concatedral de San Juan. Aquí el Corto Maltés hubiera sacado su parte más sensible y seguro que en la concatedral se daría cuenta que su religión quizá no infringe tanto sufrimiento a la vida.
A los amantes de un mundo más nocturno y cosmopolita, donde seguro encontraremos compatriotas peninsulares que trabajan en las animadas noches maltesas y estudian aquí inglés, destacar Sliema. Aquí los restaurantes, bares, pubs y discotecas se agolpan en un pequeño espacio como la población de este país, el más densamente poblado de la Unión Europea cerca de medio millón de habitantes repartidos en poco más de 300 Km2. Lugar donde seguro el Corto Maltés hubiera rozado el coma etílico y visto el amanecer en lecho ajeno.
Abandonando el “área metropolitana maltesa” qué mejor que dejarnos llevar por el ambiente animado y costumbrista de sus puertos o “marsa” (en árabe) como Marsaxlokk. Aquí se da cita un importante mercado no sólo de pescado y marisco si no también de productos agrícolas y ganaderos. Igualmente se pueden observar las típicas embarcaciones maltesas con su ojo vilgilante o luzzus.
Malta no se puede entender sin conocer su prehistoria y para ello que mejor conocer el Hypogeo subterráneo de Hal Saflieni, eso si conseguimos entrada pues es un monumento tan solicitado de visitar como la Alhambra de Granada aunque con capacidad de visita muchísimo menor. Existen templos prehistóricos extendidos por toda la geografía de Malta y Gozo pero destacar por su espectacularidad el de Ggantija (Gozo) que parece haber estado habitado por verdaderos gigantes. Seguro que el Corto alucinó en un lugar como este y su imaginación más todavía.
También alucinaría perdiéndose en el inframundo y en las Catacumbas de San Pablo, en el corazón de Malta, un laberinto subterráneo que no dejará impertérrito a ningún visitante. Las catacumbas donde se refugiaban los perseguidos cristianos se hallan en Rabat, no la capital de Marruecos. Rabat también es un nombre de origen árabe que viene de ribat o rábida, especie de castillo templario pero de los árabes y así se llaman dos localidades, una de Malta y otra en Gozo.
Contigua a Rabat se halla su medina o Mdina que fue la vieja capital de Malta, de halo misterioso sus callejas están llenas de palacios y edificios religiosos son un libro de historias y leyendas, seguro es posible ver a la noche el seductor perfil del Corto fumando un pitillo y perfilando una siniestra sombra.
Pero Malta y Gozo son también naturaleza, hay pocas o contadas playas de arena pero las pocas que tiene son muy exóticas como la legendaria Ramla (en Gozo) o espacios de baño muy sugerentes como la Laguna Azul entre Comino y Cominotto. Isla casi deshabitada, Comino es donde se rodó parte de la película de otro de mis personajes de la infancia: Vicky , el Vikingo. En Malta se ha rodado numerosas películas y todavía queda algún escenario que ha quedado perpetuado como el curioso pueblo de Popeye, en la costa noroeste de la isla principal.
Otros espacios donde contemplar un bello amanecer son la Gruta Azul y para un atardecer, sin duda, lo mejor es ir al litoral de Dwejra en Gozo donde está Fungus Rock donde se producía ya en la antigüedad un hongo conocido como la “joya de las drogas”. Seguro que el Corto ya conocía este hongo de desagradable olor pero de alto poder también curativo.
Malta y Gozo hay que visitarlas en primavera cuando florecen sus campos y Gozo es, si cabe, más verde. Malta enrojece con sus campos de amapolas quizá avanzándose a la pasión de su Semana Santa, un espectáculo que implica a la mayoría de malteses y que supera la ficción cinematográfica. Pueblos de interior como Mosta y Zebbug en Malta o la cuca Victoria (Rabat) en Gozo son los mejores escenarios para revivir, de manera muy original, la representación de la Pasión de Cristo. Muy católica, quizá incluso más que el propio Vaticano, cada localidad por pequeña que sea celebra sus animadas fiestas patronales donde la trilogía mediterránea hace gala en sus mesas: buen pan o pastelería, vino y aceite o aceitunas… nunca faltan en la mesa maltesa.
Y para finalizar qué mejor recuerdo que departir con el Corto Maltés, con amigos, … una velada o un sencillo ágape, bien mediterráneo con sus especie de entrantes tipo mezés, en pueblecitos pesqueros de Gozo como Marsalforn o Xlendi. Aquí descubriremos que la esencia de la vida está justamente en disfrutar de la sencillez de las pequeñas cosas y momentos como el compartir una buena comida en buena compañía escuchando el sonido de las olas y siempre con un clima benigno y soleado.